Breve historia andando en la historia de la mujer.
La historia de la mujer podría parecer poco importante, por la condición que por muchos siglos sufrió, en sí la historia es reciente, hace cien años aproximadamente se le dio la importancia a las investigaciones que tenían como objetivo el entendimiento de las mujeres.
Ya desde el principio de los siglos se ha escrito de ella, pero no se le daba la importancia que sin duda tiene este ser en cualquier cultura. Ya desde los albores de la historia escrita es patente el dominio del hombre en las distintas sociedades. Puede suponerse que el dominio masculino se remonta al paleolítico como resultado de la valoración de la caza como actividad fundamental.
Las religiones monoteístas también apoyan la idea de que la mujer es por naturaleza “más débil” e “inferior” al hombre. En la Biblia, por ejemplo, Dios situó a Eva bajo la autoridad de Adán; se le coloca pues, en un estatus de inferioridad con respecto al hombre, así como ser la culpable de la desgracia en que cayeron los dos por desobedecimiento a Dios.
Otro punto que se debe resaltar, pues aporta otra característica que se le ha adjudicado a las mujeres, es la de transgresoras de la ley, un ser que fácilmente puede ser seducido por el mal y por lo que San Pablo pedía a las cristianas que obedecieran a sus maridos, quienes pueden controlarlas. De forma análoga, el hinduismo sostiene que una mujer virtuosa debe adorar a su marido y que el poder de su virtud servirá de protección a ambos.
Incluso desde su anatomía la mujer se ha visto limitada, dada su fisiología y su específica función reproductora, se encuentra más cercana a la naturaleza, debido que siempre ha estado sujeta a los procesos naturales, como lo es la menstruación, el parto y la maternidad; por esta condición, la mujer siempre ha sido vista exclusivamente como dadora de vida. “La mujer aparecía como función generadora, no procreadora. Su semilla era árida, y circulaba en medio de esa vorágine de frigidez y de apetitos que era su cuerpo, nacido de una fallida simetría biológica”.
Este aspecto fue tratado por Galeno en el siglo II d. C. “demostró quelas mujeres eran esencialmente hombres en los cuales una falta de calor vital –de perfección- se había traducido en la retención, en el interior, de las estructuras visibles en el hombre”. No se aceptaba pues que la mujer fuera sumamente diferente al hombre, solamente se podía explicar como una falla de la naturaleza.
Todo ello induce a que las mujeres se encuentren en una situación de desventaja en la mayoría de las sociedades tradicionales. Su educación se limita a aprender habilidades domésticas y no tienen acceso a posiciones de poder. El matrimonio es una forma de protección, aunque con una presión casi constante para dar a luz hijos, especialmente varones. En estas sociedades una mujer casada adquiere el estatus de su marido, vive con la familia de él y no dispone de ningún recurso en caso de malos tratos o de abandono.
En la legislación romana (base de la europea y de la estadounidense) el marido y la mujer eran considerados como uno, ya que la mujer era “posesión” del marido. Como tal, la mujer no tenía control legal sobre su persona, sus tierras, su dinero o sus hijos.
De acuerdo con una doble moralidad, las mujeres respetables tenían que ser castas y fieles, pero los hombres respetables no. En la edad media, bajo la legislación feudal, las tierras se heredaban por línea masculina e implicaban poder político, lo que favorecía aún más la subordinación de la mujer.
Hubo, sin embargo, algunas excepciones. En la antigua Babilonia y en Egipto las mujeres tenían derecho a la propiedad y en la Europa medieval podían formar parte de los gremios artesanos. Algunas mujeres ostentaban autoridad religiosa como, por ejemplo, las chamanes o curanderas siberianas y las sacerdotisas romanas. En ocasiones las mujeres ostentaban autoridad política, como las reinas egipcias y bizantinas, las madres superioras de los conventos medievales y las mujeres de las tribus iroquesas encargadas de designar a los hombres que formarían parte del consejo del clan. Algunas mujeres instruidas lograron destacar en la antigua Roma, en China y durante el renacimiento europeo.
(continua la proxima semana)
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS.
Citado en Dio Bleichmar, E. (1991) Deshilando el enigma, En: Lamas, M. y Saal, F. (Ed) “La bella (in)diferencia”, México, Edit. Siglo XXI, Pág. 87.
De Malo, R. (1988) “Mujer y Renacimiento”, Madrid, España, Edit. Grafur, Pág. 41.
Citado en Laquear, T. (1990) “La construcción del sexo, cuerpo y género desde los griegos hasta Freud”, España, Edith. Cátedra, Pág. 21
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